Almas encadenadas
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Almas encadenadas
-¿Conoces el cuento del elefante encadenado?
-Encadenar a un elefante... harían falta unas cadenas tan gruesas cono un buzón de correos.
-Escucha. Había en un zoo un gigantesco elefante cuya imponente visión a todos impresionaba. El elefante se hallaba prisionero por una diminuta cadena atada a una estaca de madera medio podrida. La gente, al contemplar la infinita tristeza de sus ojos, fruto del cautiverio que estaba sufriendo, se preguntaba por qué no usaba la millonésima parte de su poder que necesitaba... para hacer pedazos su condena y ganar la libertad.
-Ya sabes que la inteligencia no es el fuerte de los animales.
-Te equivocas. El elefante nació en cautividad, fue separado de su madre y encadenado a esa estaca en cuanto vio la luz. Al principio, intentó cambiar su suerte con todas sus fuerzas. Tiraba de la cadena, la mordía, intentaba aplastarla... pero aun era muy pequeño, y sus músculos eran débiles. El elefante pasó toda su niñez intentando romperla y fracasando día tras día. El dolor de sus sucesivas derrotas se fue acumulando en su corazón...hasta hacerle rendirse...sin darse cuenta de que, a fuerza de luchar y crecer, cada vez se acercaba más al momento en que sería capaz de arrancar la estaca. Ese momento llegó, el elefante logró la fuerza física que le permitiría ser feliz en libertad...pero su alma, a consecuencia de sus fracasos, había perdido su vigor inicial... y había marchitado. Y siguió creciendo en tamaño y vigor, tanto que con un nimio esfuerzo sería capaz de pulverizar la cadena...pero era inútil...porque ya no creía en él. Por eso, pese a ser el animal más poderoso, siempre sería esclavo.
-Una historia muy triste... si hubiera luchado un poco más...
-Y si no hubiera estado solo. Si alguien hubiera creído en él y le hubiera empujado hacia adelante. Una parte importantísima de las personas que más merecen la felicidad viven en el vacío, atormentadas... porque han tenido que sufrir desde niñas una sociedad podrida, superficial, cruel, estúpida...contra la que han luchado con todas sus fuerzas... pero, a fuerza de ver que todo seguía igual, que sus sueños eran pisoteados, que todas las voces que escuchaban les negaban las verdades que sus valientes espíritus descubrieron... terminaron por rendirse, por pensar que no valían nada, que tal vez ellos estuvieran equivocados, que no hay esperanza y hay que aceptar vivir en el dolor, la mediocridad y la desdicha. Pero sus almas son tan puras... que no pueden dejar de sentir repugnancia por lo establecido...y viven en la amargura.
-Son como flores disecadas entonces...
-No, porque una flor disecada está muerta. Ellos pueden resucitar y ser conscientes de su fortaleza. Pueden ser felices, porque los años les han dado, como al elefante, el poder necesario para alzarse y vivir conforme a sus sueños, alcanzando la dicha y liberando a quienes les rodean. Si logran descubrir esto, cambiarán sus vidas...y cambiarán el mundo.
-Encadenar a un elefante... harían falta unas cadenas tan gruesas cono un buzón de correos.
-Escucha. Había en un zoo un gigantesco elefante cuya imponente visión a todos impresionaba. El elefante se hallaba prisionero por una diminuta cadena atada a una estaca de madera medio podrida. La gente, al contemplar la infinita tristeza de sus ojos, fruto del cautiverio que estaba sufriendo, se preguntaba por qué no usaba la millonésima parte de su poder que necesitaba... para hacer pedazos su condena y ganar la libertad.
-Ya sabes que la inteligencia no es el fuerte de los animales.
-Te equivocas. El elefante nació en cautividad, fue separado de su madre y encadenado a esa estaca en cuanto vio la luz. Al principio, intentó cambiar su suerte con todas sus fuerzas. Tiraba de la cadena, la mordía, intentaba aplastarla... pero aun era muy pequeño, y sus músculos eran débiles. El elefante pasó toda su niñez intentando romperla y fracasando día tras día. El dolor de sus sucesivas derrotas se fue acumulando en su corazón...hasta hacerle rendirse...sin darse cuenta de que, a fuerza de luchar y crecer, cada vez se acercaba más al momento en que sería capaz de arrancar la estaca. Ese momento llegó, el elefante logró la fuerza física que le permitiría ser feliz en libertad...pero su alma, a consecuencia de sus fracasos, había perdido su vigor inicial... y había marchitado. Y siguió creciendo en tamaño y vigor, tanto que con un nimio esfuerzo sería capaz de pulverizar la cadena...pero era inútil...porque ya no creía en él. Por eso, pese a ser el animal más poderoso, siempre sería esclavo.
-Una historia muy triste... si hubiera luchado un poco más...
-Y si no hubiera estado solo. Si alguien hubiera creído en él y le hubiera empujado hacia adelante. Una parte importantísima de las personas que más merecen la felicidad viven en el vacío, atormentadas... porque han tenido que sufrir desde niñas una sociedad podrida, superficial, cruel, estúpida...contra la que han luchado con todas sus fuerzas... pero, a fuerza de ver que todo seguía igual, que sus sueños eran pisoteados, que todas las voces que escuchaban les negaban las verdades que sus valientes espíritus descubrieron... terminaron por rendirse, por pensar que no valían nada, que tal vez ellos estuvieran equivocados, que no hay esperanza y hay que aceptar vivir en el dolor, la mediocridad y la desdicha. Pero sus almas son tan puras... que no pueden dejar de sentir repugnancia por lo establecido...y viven en la amargura.
-Son como flores disecadas entonces...
-No, porque una flor disecada está muerta. Ellos pueden resucitar y ser conscientes de su fortaleza. Pueden ser felices, porque los años les han dado, como al elefante, el poder necesario para alzarse y vivir conforme a sus sueños, alcanzando la dicha y liberando a quienes les rodean. Si logran descubrir esto, cambiarán sus vidas...y cambiarán el mundo.
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