Antisexismo en clave auténtica

Lo que ha puesto de relieve el contrainforme de la RAEL sobre las guías de lenguaje no sexista es que, una vez más, por un lado va la ciencia y por otra las obsesiones personales de cierta intelectualidad que no se siente concernida por los hallazgos de quienes estudian la lengua con pretensiones y exigencias científicas.

La sensación que se percibe desde el Derecho penal es que se está prestando atención a problemas menores mientras la gran discriminación contra la mujer, la que verdaderamente arrastramos desde los albores de la humanidad, no sólo sigue avanzando sino que se incrementa en la misma medida en que se resuelven problemas relacionados con miembros, miembras, consejes y conserjas. La realidad a que aludo es la siguiente:
- Por cada 100 delitos que se cometen en España 92.2% los cometen hombres y sólo el 7.8 % mujeres. No es una desviación coyuntural sino estructural, sostenida y planetaria, dándose el caso de que cuanto más se incorpora la mujer al mundo laboral (Noruega, por ejemplo) más se reduce su tasa de participación en el delito. No sé de ninguna institución que haya intentado explicar este fenómeno desde una perspectiva multidisciplinar. - La población penitenciaria reproduce la participación hombre/mujer en el delito con 65.000 hombres y 5.000 mujeres de media en las últimas cifras reclusos publicadas por el INE.- Participación en accidentes con resultado fatal: 68.8% hombre, 30.8% mujeres. - Pérdida del carnet por puntos: 81% hombres, 19% mujeres.- También cualitativamente destaca el hombre como autor de las más graves infracciones, dándose el caso de las agresiones sexuales violentas en las que la mujer apenas participa como sujeto activo (4 sobre 680 en la última cifra publicada) y, sin embargo, las sufre mayoritariamente como sujeto pasivo (el hombre es responsable de las 676 agresiones restantes).- El 97% de las víctimas de abuso sexual infantil son niñas.- La prostitución “ocupa” a entre 300.000 y 400.000 mujeres en España, de las que el 90% son extranjeras.
Otro punto problemático tiene que ver con la ley que se pretendió “de protección integral de la mujer”, la que suspendió la vigencia del principio de igualdad (art. 14 CE) sin que tal sacrificio se haya mostrado eficaz a la hora de limitar la incidencia del mal llamado “feminicidio” o “asesinato machista”. Sus defensores no quieren reparar en el hecho de que el nivel de homicidios no ha descendido pese a lo brutal del planteamiento (el mismo hecho, distinto significado más grave según el autor sea hombre o mujer) ni reparan siquiera en el hecho de que por cada mujer muerta mueren asesinados o víctimas de homicidio entre 5 y 6 hombres, lo que transmite la sensación de que debemos impedir los crímenes que tengan como víctimas a las mujeres, por pocos que sean, y olvidarnos de aquellos en que la víctima sea hombre pues tal tasa de muertes con víctima masculina resulta aceptable por la población y asimilable por el sistema.

El mismo gobierno (y la misma oposición) que aprobó la ley de protección de la mujer y alentó la elaboración de guías no sexistas del lenguaje fue capaz de reducir a menos de la mitad la cifra de muertos en tráfico pero no fue capaz de rebajar la cifra de muertes de mujeres a manos de sus parejas/exparejas, pero dejó a la población convencida de que se puede alcanzar la delincuencia cero en un solo aspecto de la vida (la mujer que muere a manos de su pareja) y todo ello desde la no contemplación, el desconocimiento de cifras como las que facilito que apuntan en la dirección de ser casi todo el delito una cuestión de machos y no sólo la muerte de esposas y similares. No me consta que se haya abordado de forma multidisciplinar esta situación verdaderamente intolerable, es decir, la de la mujer como víctima.y no como autora de no sólo la mal llamada “violencia de género” sino del conjunto de la delincuencia que se desarrolla en nuestro país y en el entorno europeo y planetario.

Si la unidad para la igualdad pretende alcanzar algún resultado útil más allá de entretenimientos paracientíficos en busca de un lenguaje inservible por reiterativo y confuso, entiendo que procedería convocar, a coste cero pues hay especialistas en todas las materias en nuestros claustros (vaya mi oferta de participación por delante), unas jornadas, congreso, grupo de trabajo o lo que sea que permita afrontar el problema desde, como mínimo, la psiquiatría, psicología, sociología, antropología, biología, derecho y cualquier otra disciplina que pueda ayudarnos a entender un mundo de hombres violentos y mujeres victimizadas y encontrar entre todos algunas vías de solución que nos permitan corregir tan inaceptable realidad. Sólo después de un esfuerzo de tal tipo estaría dispuesto a considerar las necesarias mejoras en el uso del lenguaje, no para hacer visibles a las mujeres, que ya lo son, y más en nuestro ámbito donde, por lo menos, no se las discrimina en el sueldo, sino para corregir malos usos auténticos del idioma que no acarreen la imposición de usos aberrantes al estilo Aído.

Quedo, por tanto, pendiente de coordinar esfuerzos con quienes estén interesados en estudios como los que propongo.

José Muñoz Clares
Derecho penal

¿Esto de cuándo es? Su opinión sobre el tema ya la conocía por sus comentarios en clase y estoy de acuerdo con él. Soy mujer y, como tal, la primera interesada en que se nos trate de manera igual que a los varones y evitar la violencia sobre mis semejantes pero no creo que ésta (la defendida por ciertos dirigentes políticos) sea la manera...

Lo ha publicado hoy en la lista de anuncios de la UMU

¿Tú qué piensas sobre el tema?

La tonteria del lenguaje me repatea, yo nunca digo "nosotros y nosotras" porque no me gustan las redundancias absurdas, y porque los símbolos vacíos y los brindis al sol políticamente correctos me repelen. Hay que luchar por la igualdad peleando para que las mujeres cobren lo mismo que los hombres, para proteger a las amenazadas por los maltratadores, para que tengan una presencia justa en el mundo laboral...eso es lo difícil y lo que conlleva esfuerzo político, la tontería del "nosotros y nosotras" solamente vale para que cuatro se presenten ante la sociedad como progres honorables y para chupar dinero público en paridas absurdas cuyo objetivo es obligarnos a hablar según el criterio de unos cuantos. Una persona puede ser totalmente respetuosa con hombres y mujeres diciendo "alumnos" porque desde siempre esa palabra se ha usado para abarcar a los individuos que pueblan una clase, sean hombres o mujeres, y se concibe como una palabra sin sexo, simplemente abarcadora de los sujetos que forman un colectivo sin pararse a diferenciarlos por su sexo, porque todos son personas.

Totalmente de acuerdo icaro, salvo que no comparto algunos de tus objetivos feministas.