Suicidio provocado

Anteayer noche, escuché numerosas sirenas de policía que se apagaban justo al llegar a mi ventana. En mi barrio estas cosas no suelen impresionar mucho a la gente, pues estamos acostumbrados a que la policía tenga que intervenir por reyertas de borrachos y asuntos similares. Muchas personas, a fuerza de ser condenadas a vivir como cerdos, terminan convirtiéndose en ellos. Pues bien, como esta vez las sirenas arreciaban especialmente en oleadas intermitentes, decidí salir a ver qué pasaba. La plaza estaba llena de coches y furgones de la policía nacional, y una furgoneta de la funeraria esperaba a la puerta de esta casa, la que aparece en el centro (la casa es el balconcito minúsculo que veis, lo que hay a la derecha es parte de otra).



Se oían rumores de que habían apuñalado a alguien. Bajé y pregunté a unos nigerianos que conozco. Un vecino inmigrante que malvivía en esa casa, se tiró por el patio de luces y murió. Según dicen había bebido. Su familia está recogiendo dinero para repatriar el cadaver. La policía precintó la vivienda, de modo que los familiares tuvieron que buscarse la vida para poder encontrar donde dormir esa noche. Producía indignación ver a toda esa gente, en total 11 personas, teniendo delante la imágen de la miserable cobacha, de sólo dos habitaciones, donde tenían que hacinarse porque la basura que les pagan por matarse a trabajar no les da para más. Los pisos patera que han prohibido en Cataluña siguen siendo de lo más normal en la Murcia de Valcárcel y sus bandoleros. Ya han pasado dos días y ningún periodico regional ha mencionado el suceso.

¿Hay algo peor que ser hombre y vivir condenado a tener la existencia de un perro? ¿Qué mierda de sociedad es ésta donde millones de personas tienen que hacinarse como ganado en auténticas pocilgas, donde los sueldos de cientos de miles de trabajadores ni siquiera les dan para vivir? Ver apagarse todos los días a la gente que te rodea, resignándose a ser explotados, ahogando su rebeldía en esa basura liberticida que es el alcohol, dejando de luchar y tener esperanza...mirar a tu alrededor y ver el campo de concentración de los excluidos, cuyo fin es matar cada día sus ilusiones hasta volverles autómatas que sólo buscan olvidar su opresión en vez de plantarle cara...y ver que algunos, incapaces de luchar y también de olvidar, terminan por acelerar su muerte. Sus verdugos, los de los vivos y los muertos, son la oligarquía que nada en la opulencia a su costa, condenándoles a vivir en el fango, contemplando con impotencia como su sudor y su sangre son robados por la peor escoria de la humanidad. La memoria de este hombre es una razón más para luchar a muerte contra este crimen supremo que es el capitalismo y que cada día nos arrebata un poco más nuestro trabajo y nuestra alma.