¿Aprobar por ir a clase con mantilla y peineta?

cobardes escribió:Para ayudar a vuestro compañeros pegáis unos pantallazos y los enviáis a la prensa?

Si tantas ganas tenéis de luchar contra las injusticias, dar vuestros nombres y luchar a cara descubierta y no escondidos detrás de unos nicks.

Ah, y si estos foros los leen profesores mejor, a ver si lo lee Adolfo Diaz Bautista, ya que ayer se despacho agusto en su facebook llamando payasos a estos alumnos, y poniendo en duda que luego pudieran hacer bien su trabajo por ésto. A él le pregunto, ¿no es igual de injusto que un licenciado como otro llegue a ser profesor por enchufismo? ¿quiere decir eso que por llegar de éste modo al puesto hará peor su trabajo?

Venga, identificaros y hablaremos como las personas. Becker, Icaro y demas.

ShutUp escribió:Vamos a ver, quién se cree que es el que se hace llamar "cobardes"? Acaso estás en clase con Mirete o lo has estado alguna vez?Acaso conoces a Adolfo Díaz Bautista o sabes como ha merecido su puesto en la facultadf?
Si eres un ignorante y no sabes como funciona la Universidad pública no es culpa de los demás.
Cállate antes de opinas acreca de algo que desconoces porque sino tendrás problemas, cobarde.

A José Luis Mirete (Murcia, 1946) le afectó tanto la muerte de su perro Volga, un pastor alemán con el que daba largos paseos por la sierra de Moratalla, que nunca más volvió a tener una mascota. «Ya no más», se dijo. No quiso volver a experimentar la pena y el vacío que sintió cuando supo que Volga no estaría más a su lado. La muerte de su fiel escudero contribuyó, sin ninguna duda, a reblandecer un carácter «bastante estricto», sobre todo en el aula, según reconoce el propio profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad de Murcia, que no deja de sorprenderse -ni tampoco de lamentarse- por la repercusión que ha tenido una de sus últimas clases en quinto curso, en la que sus alumnos fueron vestidos con mantilla y peineta para imitar el atuendo de María Dolores de Cospedal en una procesión del Corpus, tal y como la vio, nítidamente, en un sueño, el propio Mirete. La Inspección de Servicio de la Universidad ha abierto un expediente informativo para valorar si Mirete, uno de los profesores con más años de carrera en la universidad, pretendía 'ayudar' con la nota final a los alumnos que fueron vestidos con mantilla y peineta o solo se trataba de una broma.
Mirete, doctor en Derecho, licenciado también en Filosofía y Letras y autor de ocho libros -con el noveno en ciernes-, no quiere ni oír hablar del tema. Incluso le cuesta referirse en voz alta a una chufla que se ha convertido en un asunto «espinoso». Solo espera que el revuelo pase pronto mientras da otra calada de tabaco rubio. Lleva fumando casi 20 años, pero sin tragarse el humo. Con el sabor se conforma. Sabe que es malo, pero también que es uno de sus únicos vicios, por no decir el único. Y tampoco se le ha pasado por la cabeza abandonarlo. Le cogió la afición al cigarro en uno de los momentos más duros de su vida, cuando su hermana y su cuñado fallecieron en un accidente de tráfico. José Luis Mirete, junto con sus padres, tuvieron que hacerse cargo de los hijos del matrimonio. Una niña de once años y un chaval de ocho, que crecieron con el tío José Luis y los abuelos.
Casado y sin hijos 'propios'
El exigente profesor Mirete -como así le recuerdan muchos antiguos alumnos- no ha tenido hijos, «pero, en aquella época de mi vida, como si los tuviera». Tampoco se ha casado nunca. Sigue soltero y sin visos de pasar por el altar, porque semejante trance sería ante Dios. Ya no lo hará porque con 65 años, según reconoce, «uno tiene una serie de limitaciones», pero además de jurista, intelectual y sentimental, Mirete se reconoce, y es 'vox populi', como un hombre de profundo sentimiento religioso. Pese a todo, aquí también se le ha reblandecido el carácter, puesto que va a misa cuando le apetece y se muestra crítico con cierto conservadurismo de la Iglesia y de la propia religión. De ello habla mucho con Carlos Amigo, cardenal arzobispo emérito de Sevilla y persona de su íntima confianza.
También comparte charlas, risas socarronas y mesa y mantel -cuando las respectivas agendas lo permiten- con grandes e ilustres amigos como José María Gil Robles o Gregorio Peces Barba. Con Gil Robles y el ya fallecido Joaquín Ruiz-Jiménez, Mirete fundó en Murcia la Federación de la Democracia Cristiana. Después de su disolución, se afilia al PSOE, pero se despega con los años de la política, «aunque no intelectualmente». Su cabeza siempre está en ebullición. Lo prueba su despacho. Su mesa, llena de libros, no deja espacio para el ordenador, arrinconado y casi incomprendido. No es amigo de las nuevas tecnologías. El móvil solo lo utiliza para llamadas y mensajes. Una de esas llamadas fue, hace un tiempo, para pedirle que entrara activamente en la política regional. De hecho, Mirete llegó a ser asesor cultural del presidente Carlos Collado, aunque se pasó casi más tiempo en Colonia que en Murcia, preparando una conferencia sobre Derechos Humanos para el propio presidente Collado. Pese a su reconocida querencia por la ideología de izquierdas, Mirete tampoco ha ocultado nunca su fervor por la monarquía. También hay pruebas en su despacho. En este caso, una fotografía de estudio, en blanco y negro y marco dorado, de Don Juan de Borbón y María de las Mercedes, que preside una de las estanterías. «En su día tuve problemas por defender a Don Juan como futuro rey, señala Mirete, remontándose a finales de los años 60, aunque no da más detalles. Hasta ahí puede leer. También pasó algún momento difícil a principios de los años 70, con las huelgas sindicales, cuando muere Franco o en el intento del golpe de Estado del 81. Ese día de febrero salió a la calle por la noche y se encontró por la calle, una calle semidesierta, al profesor Pedro Marset. «Cruzamos unas palabras y seguimos nuestro camino, pero siempre me acordaré de él por ese detalle». Mirete sabe que tiene algunos amigos en la Universidad, «aunque nunca se sabe si tienes más amigos o enemigos». Desde que entró en la institución, hace 40 años, ha hecho de uno y otro bando. Él no ha tenido nunca queja de la universidad. Y, por su parte, siempre ha pretendido hacer justicia: «Dar a cada cual lo suyo». Lo que también es cierto es que, desde algunos rincones universitarios, se le critican ciertas 'metidas de pata' dentro y fuera del aula en forma de comentarios políticos «que no vienen a cuento», sobre todo en clase. El veterano profesor siempre ha defendido que en la Universidad no puede haber «pensamiento único».
Dejó hace tiempo de practicar el hockey sobre patines y el tenis con los que sus músculos se movían antaño, aunque ahora la actividad física la protagonizan los largos paseos por la montaña que rodea su escondite, su rincón secreto. La casa que este jurista de reconocido prestigio pedagógico -nunca ha pensado pasarse a la jurídica práctica porque no se ve capaz de defender «a cualquiera»- tiene en la pedanía de Zaén, en Moratalla. Un espacio que le da fuerzas, cada fin de semana, para tomar impulso. Para enfrentarse a las críticas, que haberlas siempre haylas, también gusta de viajar. Se conoce Europa entera y medio mundo, aunque deja claro que no ha ido ni irá nunca a Estados Unidos. Ni en sueños. Esos en los que se sumerge de vez en cuando -que últimamente le han dado un buen disgusto- y que hoy bien podrían dibujarle como Segismundo en su mazmorra, recitando los versos que inventó Calderón de la Barca para dejar claro que la vida, siendo un frenesí y una ilusión, también es sueño. Y los sueños, sueños son.

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http://www.laverdad.es/murcia/v/20111203/region/filosofia-derecho-mantilla-peineta-20111203.html