La condición humana
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La condición humana
-Ayer se me ocurrió un simil que, al menos desde mi punto de vista, sirve para definir al ser humano bastante bien.
-¿Cuál es?
-El ser humano es como uno de esos reyes de cuento de hadas sabios y poderosos a quien un mago arrebató su reino, su sabiduría, su poder...y le desterró a un infernal desierto. Pudo robárselo todo...menos una parte de su memoria. En lo más remoto de su alma, el rey sigue conociendo su elevada condición, su grandioso destino... pero ahora debe luchar por él desde la más absoluta debilidad material; una debilidad que revierte en el espíritu en forma de desolación y sufrimiento, y que puede llevarle a rendirse, olvidar quién es y renunciar a la única felicidad que podrá llenar su corazón: recuperar el lugar que le corresponde.
-Y somos frágiles dices...
-Tan frágiles que un mosquito puede dejarnos tuertos. Tan frágiles que podemos nacer condenados a la oscuridad por culpa de una malformación en el cerebro. Tan frágiles que muchos son capaces de dejar de luchar y vender su alma a la ignominia, a la cobardía, a la nada...
-El mundo no es perfecto.
-Desde luego que no. Yo siempre digo que si Dios dirigiese este planeta, si el orden que hoy rige nuestras vidas fuese el que Él quiere, no sería Dios sino diablo.
-¿Entonces de quién es el mundo?
-El mundo, igual que la vida, es de aquellos que son capaces de vencer las tentaciones y obstáculos que nos esclavizan, desde el alcohol y las drogas hasta la traición al hermano, y guiar su existencia siguiendo la luz de la libertad y la solidaridad. Si el Hombre es la realidad más excelsa de la tierra, luchar por su bienestar ha de ser el más elevado fin, la mayor fuente de felicidad, que existe.
-¿Y quiénes obran así hoy en día?
-La dignidad y el respeto por uno mismo son valores absolutos. Si crees en ellos, no puedes traicionarlos ni una vez. Quien dice que ve mal perder la libertad y convertirse en un patético monigote con el alcohol, pero que hacerlo de vez en cuando no está mal, es un esclavo, porque quien se arrodilla y denigra una vez, quien acepta hacerlo voluntariamente, no se ama ni se valora. Es como quien dice que quiere a su mujer y por eso sólo le pega cuando las discusiones son especialmente fuertes, o quien afirma creer en la vida humana y por eso sólo matar una vez cada 10 años. Las cosas más valiosas de la vida, o se aman o no se aman... y si se aman, se aman siempre. Lo he aprendido esta semana.
-¿Cuál es?
-El ser humano es como uno de esos reyes de cuento de hadas sabios y poderosos a quien un mago arrebató su reino, su sabiduría, su poder...y le desterró a un infernal desierto. Pudo robárselo todo...menos una parte de su memoria. En lo más remoto de su alma, el rey sigue conociendo su elevada condición, su grandioso destino... pero ahora debe luchar por él desde la más absoluta debilidad material; una debilidad que revierte en el espíritu en forma de desolación y sufrimiento, y que puede llevarle a rendirse, olvidar quién es y renunciar a la única felicidad que podrá llenar su corazón: recuperar el lugar que le corresponde.
-Y somos frágiles dices...
-Tan frágiles que un mosquito puede dejarnos tuertos. Tan frágiles que podemos nacer condenados a la oscuridad por culpa de una malformación en el cerebro. Tan frágiles que muchos son capaces de dejar de luchar y vender su alma a la ignominia, a la cobardía, a la nada...
-El mundo no es perfecto.
-Desde luego que no. Yo siempre digo que si Dios dirigiese este planeta, si el orden que hoy rige nuestras vidas fuese el que Él quiere, no sería Dios sino diablo.
-¿Entonces de quién es el mundo?
-El mundo, igual que la vida, es de aquellos que son capaces de vencer las tentaciones y obstáculos que nos esclavizan, desde el alcohol y las drogas hasta la traición al hermano, y guiar su existencia siguiendo la luz de la libertad y la solidaridad. Si el Hombre es la realidad más excelsa de la tierra, luchar por su bienestar ha de ser el más elevado fin, la mayor fuente de felicidad, que existe.
-¿Y quiénes obran así hoy en día?
-La dignidad y el respeto por uno mismo son valores absolutos. Si crees en ellos, no puedes traicionarlos ni una vez. Quien dice que ve mal perder la libertad y convertirse en un patético monigote con el alcohol, pero que hacerlo de vez en cuando no está mal, es un esclavo, porque quien se arrodilla y denigra una vez, quien acepta hacerlo voluntariamente, no se ama ni se valora. Es como quien dice que quiere a su mujer y por eso sólo le pega cuando las discusiones son especialmente fuertes, o quien afirma creer en la vida humana y por eso sólo matar una vez cada 10 años. Las cosas más valiosas de la vida, o se aman o no se aman... y si se aman, se aman siempre. Lo he aprendido esta semana.
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