Cuento de año nuevo
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Cuento de año nuevo
CUENTO DE AÑO NUEVO.
En una fracción de tiempo con un significado especial en ciertas partes del mundo, se miró al espejo teniendo en su mente la idea de nuevo ciclo. Mirarse al espejo era una representación imperfecta del ideal de observar la realidad desde fuera de sí mismo, trascendiendo su ser y sus limitaciones.
Pensó en ese núcleo de consciencia que todos tenemos, y que es distinto de nuestros impulsos y tendencias. Lleva a que muchos cobardes deseen no serlo, a que muchos irascibles detecten el momento en que va a estallar su rabia y se odien por no saber contenerla, y a que muchos estúpidos aborrezcan sus limitaciones al percibir un universo que pueden admirar de lejos pero no participar en él.
Viendo su imagen en el espejo se imaginó como una máquina biológica fruto del azar, con una fecha de caducidad en la que pensaba demasiadas veces, con numerosos fallos y contradicciones que sin género de duda le limitaban para cumplir con la máxima eficiencia los objetivos para los que fue creado, fueran éstos cuales fueran. Y comenzó a enumerar esos fallos.
Siempre había pensado que no desear lo superfluo era sabio. Pero se dio cuenta de que había dejado de desear lo elemental.
Se dio cuenta de que si su ánimo fuese una ciudad, contaría con los alimentos y provisiones básicos para soportar el día a día, pero si en cualquier momento fuese sitiada, caería por hambruna casi al momento.
Visualizó su existencia como un libro, y comprobó que la práctica totalidad de páginas estaban vacías.
Recordó que había nacido con un diablo subido a sus hombros. Ese diablo le susurraba su debilidad y limitaciones permanentemente, y volvía cualquier esfuerzo mil veces más duro. Y él, en sus largos años de vida, no había sabido encontrar una música que contrarrestase su veneno.
Y finalmente pensó en todas las veces que la suma de los anteriores factores (y de otros muchos) le convertían en estatua de piedra. Sólo era un día más, sin ningún valor absoluto. Pero le permitió mirarse con un poco más de detalle y recordar quién era y quién seguiría siendo en todo o en parte.
En una fracción de tiempo con un significado especial en ciertas partes del mundo, se miró al espejo teniendo en su mente la idea de nuevo ciclo. Mirarse al espejo era una representación imperfecta del ideal de observar la realidad desde fuera de sí mismo, trascendiendo su ser y sus limitaciones.
Pensó en ese núcleo de consciencia que todos tenemos, y que es distinto de nuestros impulsos y tendencias. Lleva a que muchos cobardes deseen no serlo, a que muchos irascibles detecten el momento en que va a estallar su rabia y se odien por no saber contenerla, y a que muchos estúpidos aborrezcan sus limitaciones al percibir un universo que pueden admirar de lejos pero no participar en él.
Viendo su imagen en el espejo se imaginó como una máquina biológica fruto del azar, con una fecha de caducidad en la que pensaba demasiadas veces, con numerosos fallos y contradicciones que sin género de duda le limitaban para cumplir con la máxima eficiencia los objetivos para los que fue creado, fueran éstos cuales fueran. Y comenzó a enumerar esos fallos.
Siempre había pensado que no desear lo superfluo era sabio. Pero se dio cuenta de que había dejado de desear lo elemental.
Se dio cuenta de que si su ánimo fuese una ciudad, contaría con los alimentos y provisiones básicos para soportar el día a día, pero si en cualquier momento fuese sitiada, caería por hambruna casi al momento.
Visualizó su existencia como un libro, y comprobó que la práctica totalidad de páginas estaban vacías.
Recordó que había nacido con un diablo subido a sus hombros. Ese diablo le susurraba su debilidad y limitaciones permanentemente, y volvía cualquier esfuerzo mil veces más duro. Y él, en sus largos años de vida, no había sabido encontrar una música que contrarrestase su veneno.
Y finalmente pensó en todas las veces que la suma de los anteriores factores (y de otros muchos) le convertían en estatua de piedra. Sólo era un día más, sin ningún valor absoluto. Pero le permitió mirarse con un poco más de detalle y recordar quién era y quién seguiría siendo en todo o en parte.
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