Tribuna del Jurista
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La Gran Salud (Nietzsche)

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Mensaje por veGa Lun Oct 27, 2008 2:03 am

Para entender este tipo es necesario tener primero claridad acerca de su presupuesto fisiológico: éste es lo que yo denomino la gran salud. No sé explicar este concepto mejor y de manera más personal que como ya lo tengo explicado en uno de los apartados finales del libro quinto de La gaya ciencia, «Nosotros los nuevos, los carentes de nombre, los difíciles de entender» -se dice allí-, «nosotros, partos prematuros de un futuro no verificado todavía, necesitamos, para una finalidad nueva, también un medio nuevo, a saber, una salud nueva, una salud más vigorosa, más avisada, más tenaz, más temeraria, más alegre que cuanto lo ha sido hasta ahora cualquier salud. Aquel cuya alma siente sed de haber vivido directamente el ámbito entero de los valores y aspiraciones habidos hasta ahora y de haber recorrido todas las costas de este «Mediterráneo» ideal, aquel que quiere conocer, por las aventuras de su experiencia más propia, qué sentimientos experimenta un conquistador y descubridor del ideal, y asimismo los que experimentan un artista, un santo, un legislador, un sabio, un docto, un piadoso, un divino solitario de viejo estilo: ése necesita para ello, antes de nada, una cosa, la gran salud, - una salud que no sólo se posea, sino que además se conquiste y tenga que conquistarse continuamente, pues una y otra vez se la entrega, se la tiene que entregar... Y ahora, después de que por largo tiempo hemos estado así en camino, nosotros los argonautas del ideal, más valerosos acaso de lo que es prudente, habiendo naufragado y padecido daño con mucha frecuencia, pero, como se ha dicho, más sanos que cuanto se nos querría permitir, peligrosamente sanos, permanentemente sanos, páresenos como si, en recompensa de ello, tuviésemos ante nosotros una tierra no descubierta todavía, cuyos confines nadie ha abarcado aún con su vista, un más allá de todas las anteriores tierras y rincones del ideal, un mundo tan sobremanera rico en cosas bellas, extrañas, problemáticas, terribles y divinas, que tanto nuestra curiosidad como nuestra sed de poseer están fuera de sí ¡ay, que de ahora en adelante no haya nada capaz de saciarnos! ¿Cómo podríamos nosotros, después de tales espectáculos y teniendo tal voracidad de ciencia y de conciencia, contentarnos ya con el hombre actual? Resulta bastante molesto, pero es inevitable que nosotros miremos sus más dignas metas y esperanzas tan sólo con una seriedad difícil de mantener, y acaso ni siquiera miremos ya. Un ideal distinto corre delante de nosotros, un ideal prodigioso, seductor, lleno de peligros, hacia el cual no quisiéramos persuadir a nadie, pues a nadie concedemos fácilmente el derecho a él: el ideal de un espíritu que juega ingenuamente, es decir, sin quererlo y por una plenitud y potencialidad exuberantes, con todo lo que hasta ahora fue llamado santo, bueno, intocable, divino; un espíritu para quien lo supremo, aquello en que el pueblo encuentra con razón su medida del valor, no significa ya más que peligro, decadencia, rebajamiento, o, al menos, distracción, ceguera, olvido temporal de sí mismo; el ideal de un bienestar y de un bienquerer a la vez humanos y sobrehumanos, ideal que parecerá inhumano con bastante frecuencia, por ejemplo cuando se sitúa al lado de toda la seriedad terrena habida hasta ahora, al lado de toda la anterior solemnidad en gestos, palabras, sonidos, miradas, moral y deber, como su viviente parodia involuntaria y sólo con el cual, a pesar de todo eso, se inicia quizá la gran seriedad, se pone por vez primera el auténtico signo de interrogación, da un giro el destino del alma, avanza la aguja, comienza la tragedia...»


Así habló Zaratustra: un libro para todos y para nadie (Friedrich Wilhelm Nietzsche)
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La Gran Salud (Nietzsche) Empty Re: La Gran Salud (Nietzsche)

Mensaje por icaro100 Miér Oct 29, 2008 7:19 pm

Muevo al Liceo y dejo mi opinión tongue

"¿Qué es más dañino que cualquier vicio? El ejercicio de la compasión hacia todos los malogrados y débiles". Esta frase pertenece a otra obra de Nietszche, El Anticristo. Estoy tan en desacuerdo con él como con la versión deformada del cristianismo defendida por la jerarquía eclesiástica a la que él critica.

"...no es como lo veo, sino como lo siento. Si hay un conflicto a 50.000 kilómetros es como si me estuviera pasando a mí. No soy una hermanita de la caridad, pero cuando eres sensible llevas una carga dura." Encontré esta frase en un blog. Si quien la escribe la siente realmente, cosa que demostraría dejándose la piel por las víctimas de ese conflicto (y por las víctimas de la autoridad injusta que tenemos tan cerca de nosotros, en este mismo país, esta misma ciudad y en esta misma universidad que el Plan Bolonia va a destrozar), esa persona es más fuerte y perfecta que una gran parte de la humanidad. El fuerte es quien encuentra fuerzas para luchar por sí mismo...y por los demás. Quien tiene el valor de abrir los ojos, contemplar las maravillas que, en forma de seres humanos, le rodean, asumir que el más "malogrado" de los hombres es, por la luz de su humanidad, más grande y hermoso que cualquier otra realidad, y pelear en un mundo descarnado y lleno de vileza por aquellos que sufren y son humillados (y no dejar que nada ni nadie le pongan de rodillas)...esa persona es, por su clarividencia, su valor, su amor, su sensibilidad y su altura moral, el ser más excelso, más puro, más perfecto... y el único que, a fuerza de desarrollar sus más elevadas cualidades, encontrará, sin buscarla, la auténtica felicidad.

Es mucho más fácil insensibilizarse, apartar la vista del que sufre, engañar la conciencia con falacias del tipo "¿y yo qué puedo hacer?" o "desde dentro del sistema es como mejor se cambian las cosas". Pero caminar por esta selva de sociedad con las bestias que la gobiernan en tu contra y ayudando a levantarse a los que cayeron...eso sí que es digno de un superhombre. Es cierto que aquellos fariseos a los que Nietszche critiaba pretendían convertir al ser humano en un borrego atrofiado intelectualmente, sumiso y temeroso. Pero el animal sin entrañas que el predica no puede considerarse mejor que lo anterior.
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